Monique
Fornique
Farsa amorosa marionetil en siete cuadros
Iñaki Oscoz
DRAMATIS PERSONÆ
MONIQUE / ÚRSULA
RUBÉN / EL GALO
PROFUNDO / MÉNDEZ
MAESE DUPORCO / STEPHAN
ACTO I
Escena I
En la penumbra y tras un viejo
telón enmarcado en oro gastado, esperan sin esperanza una pila de maletas
desordenadas, una carreta chirriante y un escobón. También una vieja escalera,
telas negras tiradas y escenografía mal colocada: un retablo antes de empezar
la función. Una sombra canturrea por encima de una chanson que suena una y otra
vez. Aparece STEPHAN, un cerdo joven. El entusiasta intérprete porcino calienta
la voz, proyectando sus desvaríos al vacío patio de butacas.
STEPHAN: ¡¡Aaaaaa!!
¡¡Eeeeeeeeeeeee!! ¡¡Iiiiiiiiiiiiiiiiii!! ¡¡Ooooooooo!! ¡¡Uuuuuuuuuuuu!!!
¡¡Aaaaeeeiiiooouuu!! ¡¡Aaaaeeeiiiooouuu!!
Ha aparecido MÉNDEZ, cuarentón
coletudo y avinagrado, de hombros caídos y mirada cansada.
MÉNDEZ: Muy
bien, ya te sabes las vocales. ¿Ahora te puedes callar?
STEPHAN: Tengo
que calentar la voz.
MÉNDEZ: ¿Tú
ves que aquí alguien caliente algo?
STEPHAN:
En la escuela nos enseñaron…
MÉNDEZ: ¡Ya estamos con las escuelas de teatro! Mira yo, ni escuela ni nada y aquí me
tienes. Que he hecho reír a miles, qué digo miles, millones de personas.
STEPHAN: ¿Millones?
MÉNDEZ: Millones,
sí, millones. Tú es que llevas muy poco aquí.
STEPHAN: Señor
Méndez. Quería comentarle un asuntito.
MÉNDEZ: No
hay aumento.
STEPHAN: No,
no es eso. Es que… no estoy seguro de haber escuchado the calling of the stage.
MÉNDEZ: ¿Qué dices?
STEPHAN: La
llamada del escenario. Que no sé si tengo vocación.
MÉNDEZ: ¿Vocación?
A mí no me líes. Si no te gusta me lo dices y me busco a otro.
STEPHAN: ¡Pero
no se puede actuar sin auténtica vocación!
MÉNDEZ: ¿Que
no? Mira a tu alrededor. El Galo es un borracho, esa es su única vocación. Por
cierto, ¿dónde se ha metido que ya llega tarde?
STEPHAN:
No le he visto…
MÉNDEZ: Ya empezamos, que faltan diez minutos y sigue en el bar. ¡Sus muertos! ¡Toma vocación! (levanta la voz) ¿Úrsula? ¿Está ahí el Galo? (suena un gruñido negativo) ¿Y qué hay de tu vocación?
ÚRSULA: (desde dentro, con voz cargada) La perdí
en Toulouse hace treinta años.
MÉNDEZ: ¿Ves?
Y no me digas que no es un monstruo escénico.
STEPHAN:
Hombre, buena es…
MÉNDEZ: ¿Buena? ¡Tú no tienes ni puta idea!
ÚRSULA: Niñato…
¡que yo he actuado en Marsella!
MÉNDEZ: En
Marsella y en medio mundo. Úrsula ha sido muy grande. (gruñido de Úrsula) Y lo es. Y lo es. ¡Venga! Que empezamos en diez minutos. Y deja
de berrear, que pareces tonto ahí con las vocales. ¡A gritar a la calle!
STEPHAN vuelve a quedarse
solo. Quiere seguir calentando la voz pero duda. Carraspea. Entonces adopta una
desatada pose dramática y recita intensamente.
STEPHAN: ¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una
ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien…
(intenta
recordar, no lo consigue)
¡Y lo sueños, sueños son!
Ha entrado bambaleante EL
GALO, todo huesos y malencarado. Intenta ocultar tras sus gafas de sol una
considerable bolinga.
EL GALO: No
está mal, pero te falta algo.
STEPHAN: ¡Don Galo! ¿Qué es lo que me falta?
EL GALO: Es
chungo de explicar. Se le podría llamr… prestancia entonacional.
STEPHAN: Eso
no lo he estudiado.
EL GALO: Porque
lo más importante no se aprende en la escuela, chaval. Mañana te pagas una
ronda y te lo cuento.
STEPHAN: Es
que si aún no he cobrado.
(El Galo carraspea y escupe un
gargajo)
STEPHAN: Por
cierto, quería comentarle un asuntito.
EL GALO: Dispara.
STEPHAN: ¿Usted
tiene vocación?
EL GALO: ¡Ssssshhhh!
STEPHAN: Es
que últimamente me asaltan dudas.
EL GALO: ¡Pues
te callas! Y al Méndez no le vengas con esas, que se jarula. Tú le dices que sí
a todo y ya está.
STEPHAN: ¿Y
la vocación?
EL GALO: Chorradas.
Tú te aprendes el papel, lo calientas y luego lo sueltas. Méndez no se entera.
STEPHAN: ¿Y
la vocación?
EL GALO: Te
he dicho que te aprendes el papel, calientas y luego lo sueltas.
STEPHAN: ¿Y
la vocación?
EL GALO: Tú
calientas el papel, lo sueltas y luego lo aprendes.
STEPHAN: ¿Y
la vocación?
EL GALO: Tú
calientas a Méndez, lo aprendes soltando y el papel no se entera.
STEPHAN:
¿No calienta la voz?
EL GALO: Quiá.
Yo caliento hablando con la gente. Aquí lo más cerca es el bar de al lado… Así
inicio la comunicación, para que luego haya también comunicación aquí con el
público. Pim, pam. Toma y daca.
STEPHAN: Ah,
lo de romper la cuarta pared.
EL GALO: De
romper nada que aquí el que rompe, paga.
MÉNDEZ: (irrumpe) ¡Hombre, ya era hora!
EL GALO: ¡Ese
Méndez!
MÉNDEZ: ¿Otra
vez en el bar?
EL GALO: Me estaba metiendo en el papel…
MÉNDEZ: ¡Te
estabas metiendo cuatro orujos
EL GALO: Una
cervecita, Méndez, pa entrar en calor…
MÉNDEZ: Quedan
cinco minutos. ¡Estoy harto de ti! Vete a cambiarte de una vez. Y ojo con
las morcillas, que vienes con el morro caliente.
EL
GALO: Pero una morcillita bien metida…
MÉNDEZ: ¡Ni
se te ocurra! ¡Que metes una y metes veinte! (a STEPHAN) ¿Y
a ti no te falta algo? ¡Venga!
Los actores salen y Méndez se
queda solo, revisando.
MÉNDEZ: Estos
hoy me da la noche. ¡Lo veo venir! ¿Estamos todos? ¿Estás, Úrsula?
ÚRSULA: ¡Presente!
MÉNDEZ: ¡Pues
todos a sus puestos! Esto está a reventar. ¡Manolín, telón!
Sale MÉNDEZ. Suena una
musiqueta repetitiva mientras se abre el telón chirriante hasta mostrarnos el
retablo en todo su esplendor bizarro.
Escena II
En danza trastabillante y
panzuda, aparece MAESE DUPORCO, sucio marrano embutido en un smoking revenido.
Canturrea el soniquete mientras aletea por el escenario hasta que saluda
ceremonial. Carraspea, tose y escupe un sólido gargajo. Se encara al público.
MAESE DUPORCO:
¡Ah, el amor! ¡El sentimiento de sentimientos! La sal de la vida, el héroe que
todo lo puede. Tantas vidas enteras, tantas muertes ridículas, tantos días de soportarse
sin poderse ver. Toooodo en nombre del amor. ¡Ah, la romantique! La sonrisa colgante,
el amor para toda la vida… ¡Bah! ¡Como
si eso existiera! Sé lo que están pensando: este pobre marrano no ha conocido
el amor. Pues se equivocan. Yo amaba, pero tuve que esperar. Esperé y esperé,
tuve fe y seguí esperando. Al final se me agrietaron las pezuñas, se me pudrieron… Pero no estamos
aquí para contar esa historia. Estamos aquí para contar la historia de Monique
y Rubén, una feliz pareja con casa nueva y máquina de café espreso. ¡Sí! Un hogar
tan acogedor como asqueroso donde irrumpió, sin poder evitarlo, el amor verdadero. (ríe fuerte) Llegaron los ángeles con
torsos de gimnasio, las vergas púrpuras y enhiestas, la magia de la poesía. ¡Ah,
el amor! Puro y duro cabalga sobre tu culo. (ha llegado hasta muy cerca de una persona del público. Ríe hasta que acaba tosiendo) Bienvenidos,
damas y caballeros, a Le Guignol Orthopédique. Bienvenidos a Monique Fornique,
farsa amorosa en siete cuadros. Arrellánense en sus asientos, coloquen bien su
masa escrotal. La función va a comenzar. Cuadro primero. El salón de una casa,
muebles minimalistas con un punto alternativo y tribal. En una mesa límpida,
Monique trabaja en un portátil. Como en una mala película, la acción comienza
con una llamada de teléfono que no aporta nada en absoluto. Vamos, una gilipolleza.
MONIQUE lleva rastas y sudadera
con capucha. Tiene ojos saltones y mirada aguda sobre su portátil con pegatinas
coloridas. Suena un móvil, lo coge.
MONIQUE: ¿Digaaaa?
¡Hola, Rebeca! Sí, ya llevamos como tres o cuatro días. ¿Tú qué tal? ¿Sigues
viviendo con tus padres, no? Claro, es lo que tiene. Aquí nosotros estamos como
queremos. Esto es otra cosa. Oye, cuando arreglemos un poco esto que parece una
leonera, os venís tú y Javi a cenar un día. Sí, a conocer la casita. No es un
palacio pero estamos muy contentos. Es que vivir juntos es otra cosa. ¿Te llamo
un día y organizamos? Chao, besitos, guapa.
Guarda el teléfono y vuelve al portátil.
RUBÉN: (fuera) Holaaaa.
MONIQUE: ¡Hola,
cari!
Entra EL GALO caracterizado
como RUBÉN, joven atento, encorbatado y con sonrisa incrustada de vendedor.
Sonríe al mundo, pero este no le devuelve la sonrisa. Se reciben con un beso apasionado.
MONIQUE:
¿Qué tal el día, amorci?
RUBÉN: Muy guay.
Hemos tenido una presentación importante… ¡y creo que he vuelto a impresionar a
los jefes!
MONIQUE: ¡Mi Rubinico!
¡Si es que eres el mejor! (le da besos
compulsivos)
RUBÉN: Jeje, yo
creo que ya pronto me van a dar el aumento. (celebraciones
y vítores y besos) ¿Y qué tal tu día, cari?
MONIQUE: Muy
bien. Pues trabajando y organizando la casita, ya sabes…
RUBÉN: Ay
amorci, ¡construyendo un hogar para dos!
MONIQUE: ¿Tienes
hambre, mi vida?
RUBÉN: (repentinamente seductor) Tengo hambre
de ti.
MONIQUE: Uy,
primero hay que cenar.
RUBÉN: ¿Y qué
hay de cena?
MONIQUE: Pues
hay… sopa. ¡Sopa de amor!
Empiezan
a cantar y bailar su propia versión de «Sopa de amor».
MONIQUE: Unos besos en el jardín
Juntos los dos bajo la
luna de enero
La hierba besa tus pies
Oh, oh, oh…
RUBÉN: Una mirada sobre tu piel
Cuando estás cerca yo
cómo te deseo
Cierra los ojos y ponte al
revés
Oh, oh, oh…
LOS DOS: Sopa de amor, señor, sopa de amor
Sopa de amor, nos
queremoooos
Sopa de amor, señor, sopa
de amor
Sopa de amor, que te
quiero.
¡Cómo nos gusta la sopa
de amor!
RUBÉN: ¡Me
voy a poner el esquijama! (sale)
MONIQUE: ¡Te
voy calentando la sopita! ¡I love you!
Salen
y reaparece MAESE DUPORCO.
MAESE DUPORCO:
¡Qué puto asco! Ya me están empezando a salir los sarpullidos. Menos mal que empieza
la acción. ¿Qué tal un poco de fornicio, damas y caballeros? ¿Nada? No me digan
que nunca se han masturbado en el teatro… es una experiencia maravillosa. Se la recomiendo encallecidamente. Así
que no se corten. ¡Pa fuera miembros, y padentro esos dildos! (ríe, entre gestos obscenos) Cuadro segundo. Los
tortolitos en la cama. Uno trabaja, la otra espera. ¡Sexo en pareja, la pasión
se hace vieja!
Escena III
Mientras hablaba el maese,
MONIQUE y RUBÉN han preparado la cama y se han instalado en ella. RUBÉN teclea rápido
sobre un portátil con un horrible logo de empresa en la tapa. MONIQUE espera. El maese se
acomoda para ver si gila algo y puedes sacudirse un poco el asunto.
MONIQUE:
¿Follamos?
RUBÉN: ¿Otra
vez?
MONIQUE: Es
que me aburro, cari.
RUBÉN: ¿Por
qué no lees, como siempre?
MONIQUE: Justo me
he acabado el libro.
RUBÉN: ¡Tienes
la casa llena de libros!
MONIQUE: Pero
es que no me gusta empezar uno nuevo el mismo día.
RUBÉN:
…
MONIQUE: Oye,
cari, ¿y qué tal la nueva esa del trabajo?
RUBÉN: ¿Quién?
MONIQUE: La
rubia esa que parece gilipollas.
RUBÉN: Ah, Claudia.
MONIQUE: ¡Vaya nombre de comepollas!
RUBÉN:
Ah, no…
MONIQUE: ¿Qué,
que no la come bien?
RUBÉN: ¡Cómo
voy a saberlo!
MONIQUE: Pero
esas cosas se ven.
RUBÉN: Pues
yo no veo esas cosas.
MONIQUE: Es
que no te fijas bien, cari. No te fijas bien.
RUBÉN: Será
que no me fijo bien.
Se ha generado un silencio tenso. Rubén pone el punto final y cierra el portátil. Luego se palpa la entrepierna.
RUBÉN: A ver cómo va esto… ¿Sigue en pie esa
propuesta de negocio, estimada clienta?
MONIQUE: Introduzca
su pendrive y empiece con la presentación.
RUBÉN: Abra
el powerpoint, abra el powerpoint.
MONIQUE:
Uaaaaaaooooo…
RUBÉN: Este
es nuestro plan inicial de ataque. Búsqueda activa de nuevos negocios. Y aquí. (embistiendo) Observe. La ventaja.
Competitiva. Del producto.
MONIQUE: Oooh.
Oh. Todo ventajas. ¡Todo ventajas!
RUBÉN: ¡Vamos
a comernos el mercado extranjero!
MONIQUE: ¡Mercado
libre!! ¡Abajo las fronteras! ¡Uoooooo!
RUBÉN: ¡Ponlo
en pantalla grande! ¡¡En pantalla grande!!
Fornican in crescendo hasta que,
más pronto que tarde, RUBÉN se corre con un gritito.
RUBÉN:
Batería baja, batería baja…
MONIQUE: Gracias
por su presentación. Un poco escueta pero…
RUBÉN: De
nada, señores… ¿Te has corrido, cari?
MONIQUE: Sí.
Sí, claro. A la vez que tú.
RUBÉN: ¡Perfecto!
Apagando equipo… Apagando equipo…
RUBÉN empieza a roncar y MONIQUE
desliza su mano hacia abajo para terminar la faena. El maese se pone en pie,
indignado.
MAESE DUPORCO:
A la vez que tú… ¡Menuda farsa! Pobre Rubén, ¡se lo cree todo! Y así cada
noche. Menos mal que Monique tiene manos y el satisfyer en el segundo
cajón. Pero hoy le apetece dedo. Pues nada, ¡dale mujer, dale! Otro día te espío,
que siempre das para paja. Ahora me debo a mi público. Cuadro tercero. Una
calle de la ciudad. Monique está a punto de encontrarse con el amor puro. ¡Aquí
si que empieza la acción, no se lo pierdan! Y tú, guarda ya esa polla hasta el quinto acto.
Escena IV
MONIQUE por la calle. Entra
por el otro lado MÉNDEZ en el papel de PROFUNDO, un joven interesante y
modernamente indumentado que arrastra por el suelo una bufanda blanca y va
leyendo un libro. Chocan.
MONIQUE:
¡¡Ay!!
PROFUNDO: Lo
siento.
MONIQUE: ¡Vaya
susto!
PROFUNDO: Lo
siento.
MONIQUE: Es
que no te he visto.
PROFUNDO: No
pasa nada. Así es la vida, no pasa nada y todo pasa.
La
profunda frase revolotea entre ellos.
MONIQUE: No
pasa nada y todo pasa… ¿Entonces qué pasa?
PROFUNDO: Nada.
Todo. Es de Van der Vinneken, ¿lo conoces?
MONIQUE: Me
quiere sonar pero…
PROFUNDO: Fue
un pensador holandés del siglo xix.
MONIQUE: Ahh…
A mí me gusta mucho la filosofía.
PROFUNDO: Yo
sin filosofía no podría vivir.
MONIQUE:
Oh…
PROFUNDO: Yo
la necesito, como el aire que respiro. Porque escribo, supuro mucha filosofía
en mis… poemas.
MONIQUE: ¿Escribes
poesía?
PROFUNDO: Algunas
noches…
MONIQUE: ¿De
noche?
PROFUNDO: Cuando
la inspiración llama a mi puerta.
MONIQUE: ¡Llama
a tu puerta! ¡Oh!
PROFUNDO: Yo
le abro la puerta, nos sentamos y departimos sobre los temas del alma y de la
vida, sobre la noche y lo humano.
MONIQUE: ¡Lo
humano y lo divino!
PROFUNDO se arranca con un
poema mientras la mira seductor y se va acercando a ella, las bocas abiertas.
PROFUNDO: El hombre que ama
cada noche, cada mañana,
esperando a su dama.
Sonrisa de tarambana.
¡Ah, el amor!
Pájaro y flor,
dulce castigo.
¡Cruel artimaña
del destino!
Con el último verso, el poeta ataca los labios de Monique. Se besan apasionadamente hasta que la escena se congela y aparece Maese Duporco.
MAESE DUPORCO:
Vaya, vaya, vaya. Un poema barato y un engaño, otro farsante seductor. ¡Viva el amor a primera vista! Aprovecha y disfruta, Monique. ¡Corre, corre junto al poeta a su torre de la pasión!
Suena música romántica, las manos vuelan, las bocas se buscan, mientras MAESE DUPORCO, horripilado,
lanza confeti sobre la escena.
MAESE DUPORCO:
¡No, Monique! ¡No! Pero mira el polvo que tienen los libros de filosofía. ¡Es
el polvo de toda una vida! Pero ella no me ve, no me escucha. Porque solo tiene
ojos para su poeta. ¡Ah, Monique! Ahora es tarde. ¡Ya tienes demasiada poesía
en la boca!
Sale mientras MONIQUE trabaja
arrodillada frente a PROFUNDO. La fellatio concluye y PROFUNDO recita un
encendido poema mientras practica un atinado cunnilingus a MONIQUE.
PROFUNDO: A tus pies pondré
mil rosas y un lucero,
y en el envés de tu pelo
mares de besos dejaré.
MONIQUE: ¡Aaaah!
¡Oohhhh! Poeta mío, ¡no pares de darme amor!
MONIQUE
grita hasta que se corre y cae exhausta en los brazos del poeta.
MONIQUE: Me
he corrido como una loca.
PROFUNDO: La
petite morte, la petite toute de notre vie.
MONIQUE: ¡Hablas
francés inventado! ¡Como yo!
Se cierra el telón.
ACTO II
Escena I
Mientras gime el telón, aparece EL GALO, cansado y medio dormido. Pronto le despierta un
furioso MÉNDEZ. Los demás irán apareciendo.
MÉNDEZ: ¡Esas
morcillas! ¡Hablo en chino o qué!
EL
GALO: Ha sido una y minúscula…
MÉNDEZ: ¿Y la
canción? ¿Te crees que no te veo? ¿«Ponte al revés» y haciendo gestos?
EL GALO: Pero
si en esta obra folla hasta el apuntador.
STEPHAN: Eso,
podía yo follar también alguna vez
MÉNDEZ: ¡Tú calla
y a ver si te centras, que no estás! Aquí se hace lo que yo digo, que para eso
soy el director. Y el Rubén no hace guarradas, solo folla y mal. Que si no la
historia no tiene sentido.
EL
GALO: Sentido no es que tenga mucho…
MÉNDEZ: ¡Pues
escribes tú otra! Que bien nos vendría para cambiar de aires.
Entra ÚRSULA, una MONIQUE sin
peluca, gastada por los años pero elegante. Bebe ginebra de un vaso ancho.
ÚRSULA: ¿He
oído algo de escribir una nueva obra? ¡Ja! Lo llevo escuchando los últimos siete
años. A mí ya me da igual, hace tiempo que no soporto a Monique.
MÉNDEZ: Pues
tendrás que aguantarla, no te queda otra.
ÚRSULA: ¿Tiene
alguien un pitillo?
MÉNDEZ: ¿Y
qué pasa con la peluca, que ya hemos terminado?
ÚRSULA: Me
pica como un demonio.
MÉNDEZ: ¿Dónde
quedó el sacrificio actoral? ¿Dónde?
ÚRSULA: Dame
un pitillo, angelito.
STEPHAN: Esto…
yo no fumo.
ÚRSULA: ¡Pues
vaya actor de mierda! Tienes que fumar, y si es de liar, mejor.
MÉNDEZ: No me
tuerzas al chaval, que bastante lío tiene.
STEPHAN: Bueno,
si hay que fumar, se fuma. ¿Es verdad que actuaste en Marsella?
ÚRSULA: ¡Ah,
Marsella! ¡Toulouse! ¡Lyon! Cómo me quería aquel público. Todas las noches
tenía ramos de flores en el camerino. Qué tiempos. Un tour por toda Francia.
STEPHAN: ¡Por
toda Francia! Yo me conformo con llegar a Madrid.
EL GALO: Pues
ya te puedes coger el autobús, porque con esto…
MÉNDEZ: ¡Un
respeto! Que esta compañía ha tenido mucho nombre. Aquí donde me ves, yo también
he actuado en el extranjero. (El Galo
ahoga una risotada)
ÚRSULA: Tú lo que tienes es envidia.
EL GALO: Eso es
verdad. Dame un trago de eso que voy seco.
ÚRSULA: Toma y a dos metros que te veo venir.
EL
GALO bebe. Después bebe más.
ÚRSULA: ¡Eh,
espabilado!
MÉNDEZ: Galo
que te veo.
STEPHAN: Pues
la verdad, os lo tengo que decir, yo… sigo teniendo dudas con lo de la
vocación.
ÚRSULA: Chiquitín,
no te hagas líos. Esto es trabajar y trabajar.
MÉNDEZ: Escúchame
bien. Déjate de chorradas, que estamos en plena función y estas cosas traen
mala suerte.
STEPHAN: ¡Pero
yo creo en la magia de las tablas! ¡En el arte libre de ataduras!
EL GALO: ¡Buff!
Este ha estado en otro taller de entrenamiento actoral.
MÉNDEZ: Ni
magia ni nada, a mí o me acabas bien la función o te vas a la calle.
STEPHAN: ¡No puedo actuar bajo presión!
ÚRSULA: Este
blandengue no nos dura ni cuatro pueblos.
(Úrsula y el Galo se tronchan)
MÉNDEZ: ¡Ya
basta! Vamos a seguir. Úrsula, por favor, la peluca.
ÚRSULA: Ya
va… Y no te sulfures, Mendecito, que te sales del personaje.
MÉNDEZ: ¡Para
salirse hay que entrar antes! Y aquí estamos todos muy flojos. Úrsula, a ver si
levantas esto con el monólogo, que no se está riendo nadie.
EL GALO: Será
que ya no hacemos gracia.
STEPHAN: Yo
he oído alguna risita.
MÉNDEZ: ¡Pues
si no hay risitas no hay dinero! Así que todos a levantar esto. Y Úrsula, por favor la voz, que se te ha escapado una frase de camionero.
ÚRSULA: Tranquilo,
que yo ahora levanto el vuelo cual grácil golondrina…
MÉNDEZ: Y
cuidado con el muñeco, que siempre lo sacáis torcido.
EL GALO: Es
una de las poleas, que tiene el eje oxidado y…
MÉNDEZ: ¡A
que lo saco yo y sale recto! ¿Te juegas la paga de hoy?
EL
GALO: …
MÉNDEZ:
¿Algún otro problema?
STEPHAN: ¿Podría yo meter una morcilla así pequeñita?
MÉNDEZ: ¡Cambia una coma y mañana estás buscando compañía! Venga, cada uno a su puesto… ¡Manolín, telón!
Escena II
La musiqueta da paso a un incómodo
y vacío silencio en escena. Se oyen entre bambalinas unas voces que pretenden
no ser oídas.
MÉNDEZ:
¡Venga!
STEPHAN: ¿Pero
cómo? ¡Me he salido de la mentalidad del papel!
MÉNDEZ: Mira,
o sales ahí y actúas como ayer, o mañana te vas a la escuela con todos tus libros del Talisnasky ese. ¡No pienses tanto y sal
de una vez!
Aparece empujado el porcino maese. Mira al público como un conejo cegado por un foco.
MAESE DUPORCO:
Cuadro… cuadro. Emm… Cuadro cuatro, ¡Cuadro cuarto! Hay dilemas demasiado
grandes para algunas cabezas. Que… decisiones difíciles de tomar, podría
decirse… (se oye un golpetazo entre
bambalinas, el cerdo salta, se pone firmes y recupera el tono) Monique sola en su casa.
Su portátil, el trabajo, los recuerdos… Un monólogo al viento ¡y una visita inesperada! (sale corriendo)
MONIQUE: (cierra el portátil y lo levanta, alzando
también un vuelo dramático demente) ¡Ah, extraño ser! ¡Si tú comprendieras mi dolor!
El dilema que me divide el alma en dos. ¡Qué va a ser de mí! Por una parte, la
sonrisa de mi querido Rubinico. Mi amor, mi vida… pero ¡ay! Que vino a cruzarse
en mi camino la poesía. ¿Será esto el amor verdadero? Cuánto sabe. ¡Cómo recita los nombres de los
filósofos! Y cómo estimula mi flor ardiente, con
la paciencia y el arte de los ángeles. ¿Qué hacer,
extraño ser? Para ti es fácil, abrir ventanas y programas, y mirar hacia otro lado. ¡Quién
fuera tú! ¡Quién pudiera tener un botón de apagado y enfriarse! Que yo ya no
puedo pensar en otra cosa que en las manos de mi poeta, ¡mi caballo desbocado!
Pero Rubinico, ¿y mi pobre Rubinico? ¿Cómo explicarle la pena que me retuerce las
tripas? ¿Cómo decirle que ya no puedo mirarle a los ojos y decirle «te quiero»?
Asciende por un lado MAMÁ, un
muñeco enorme subido con poleas chirriantes. La subida empieza recta, pero se oye un ruido,
voces, y se queda torcida, llenando casi todo el retablo.
MAMÁ: Deja de
decir tonterías.
MONIQUE: ¡Mamá!
MAMÁ: ¿Esto
es lo que te he enseñado?
MONIQUE: ¿Qué
haces aquí?
MAMÁ: Qué
importa, soy una marioneta.
MONIQUE: ¡Mamá!
¡He conocido el amor verdadero!
MAMÁ: ¡Bobadas!
MONIQUE: ¡Él
es diferente!
MAMÁ: Es como
todos.
MONIQUE: Es
muy inteligente…
MAMÁ: ¿Es que
no te das cuenta, hija?
MONIQUE: ¿Cuenta
de qué?
MAMÁ: ¡Te
está utilizando!
MONIQUE: Que
me utilice, que me haga suya cuando quiera.
MAMÁ: Habla
bien delante de tu madre.
MONIQUE: ¡Ya
soy independiente!
MAMÁ: ¡Ja! No
me hagas reír. ¿Y qué piensas decirle a Rubén de todo esto?
MONIQUE: No…
no sé.
MAMÁ: ¿Después
de seis años no sabes?
MONIQUE: Es
que tengo un dilema en el corazón.
MAMÁ: ¡Lo que
tienes son muchos pájaros en la cabeza!
MONIQUE: Mamá,
¡es el amor!
MAMÁ: Amor te
voy a dar yo… ¡Ya te estás olvidando del poeta ese muerto de hambre!
MONIQUE:
Pero Mamá… ¡Me hace disfrutar mucho en la cama!
MAMÁ: Ya
tienes a Rubén en tu cama.
MONIQUE: Mamá,
no sé que hacer.
MAMÁ: ¡Olvídate
de ese farsante! No te conviene.
MONIQUE: Pero
yo le amo.
MAMÁ: Tonterías.
MONIQUE: Yo
siento cosas aquí en el pecho y en el estómago.
MAMÁ: Se te
pasará.
MONIQUE: Mamá,
¿qué hago?
MAMÁ: Nada.
¡Nada!
MAMÁ,
la efímera aparición abroncante, desciende renqueando y desaparece.
MONIQUE: ¡Ay! ¡Me
ha dejado peor! (al portátil otra vez)
Malvado aparato, reinicia mi sistema, archiva mis dudas. ¡Cómo elegir! ¡Cómo
elegir!
Entra
un sonriente RUBÉN.
RUBÉN:
¿Elegir qué? ¿No te va bien el orde, cariño? (le da un beso de llegada) ¿Y esa cara?
MONIQUE: ¿Qué
cara? ¡No me pasa nada!
RUBÉN: ¿Quieres
que te cuente mi día en el trabajo?
MONIQUE:
…
RUBÉN:
¿Estabas trabajando?
MONIQUE: Emm…
no. No, no sé. Está fallando.
RUBÉN: Pero
si es nuevo.
MONIQUE: Pues
no funciona bien.
RUBÉN: Tendremos
por ahí la garantía. ¿Te acuerdas dónde pusimos las garantías cuchufrita?
MONIQUE: ¡No lo
sé! ¡No puedo saberlo todo!
RUBÉN: Pero
si hemos estado organizando la casa juntos, como en las pelis. Y estabas
encantada con todo.
MONIQUE: ¡Pues
ya no me gusta!
RUBÉN: ¿Qué
no te gusta?
MONIQUE: ¡El
portátil! ¡La casa! ¡Nada!
RUBÉN: Pero
¿qué te pasa? ¿Qué tienes en la cabeza?
MONIQUE: Quita.
RUBÉN: No.
Quiero que me mires y que lo hablemos.
MONIQUE: Déjame.
Largo
silencio.
RUBÉN: ¡Ya sé! ¿Bajo y hacemos tu cena china favorita? ¿Un pollo con bambú y setitas, y unos rollitos de primavera con
mucha salsa agridulce?
MONIQUE: Bueno.
RUBÉN: ¡Ahora
vengo! ¡Te quiero!
MONIQUE: (por lo bajini, mientras él sale) Y yo. (sola) ¡Y yo no sé! ¡Ay, que me vuelvo
chalada! Que no sé ni qué hago ni qué digo ni nada. ¡Con lo que me gusta el
pollo con bambú y setitas y no voy a poder disfrutarlo!
Escena III
MAESE DUPORCO:
¡Pollo con bambú y setitas! Odio la puta comida china. Prefiero cien veces la
bazofia de las tascas guarras de mi barrio. Además, después de una cena
mediocre, siempre viene sexo mediocre. Cuadro quinto. Monique y Rubén en la
cama. Un silencio de muerte. Y me van a perdonar, pero esta mierda yo no me la trago.
Se pira el maese. En la cama otra
vez, RUBÉN sigue explorando diferentes partes del cuerpo de MONIQUE.
RUBÉN:
¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
Vuelta a la calma tensa. Ella
contrariada pero él no pierde la sonrisa. Y vuelve a la carga.
RUBÉN:
¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No. (los noes empiezan a sonar más bruscos,
roncos)
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Aquí?
MONIQUE: ¡Que
no!
RUBÉN: ¿Pues
dónde? ¿Dónde, cariño? ¡Y encima dices que no te pasa nada!
MONIQUE: ¡Es
que no me pasa nada! Sólo que… no me apetece.
RUBÉN: ¡Hace
días que no te apetece! ¿Qué hago mal? Si no me lo dices, no lo puedo saber.
MONIQUE: ¡Es
que ya no me gusta!
RUBÉN: ¿Ya no
te gusta el moquimoqui?
MONIQUE: No.
RUBÉN: ¿Desde
cuándo?
MONIQUE: No
sé.
Silencio.
RUBÉN:
Apagando sistema…
Aparece
MAESE DUPORCO.
MAESE DUPORCO:
¿Moquimoqui? ¿MOQUIMOQUI? Aquí al final me comen los sarpullidos, joder. ¡Que
empiece la acción de una puta vez! Pongamos al poeta farsante (entra) y pongamos a la buena de Monique
(entra). ¡Que digo Monique! ¡Monique Fornique! ¡Y que empiece el fornicio!
Arranca el follamiento frenético.
Posturas normales, luego más complejas, luego imposibles. MAESE DUPORCO mira atentamente y empieza a sacudírsela. La pareja sigue dale que te
pego, grita que te grita, hasta que al final, se corren. El cerdo también se
corre, con un gruñido ronco y manchando el telón.
MAESE DUPORCO:
Ah, se me olvidaba. (se limpia la mano en
el esmoquin) Cuadro sexto. Fornicio desbocado en la habitación de Monique y
Rubén. Tanto va el cántaro a la fuente, que al final la leche se derrama…
Escena IV
Entra
RUBÉN. Su sempiterna sonrisa se congela aún más.
RUBÉN:
¡Holaaaaaaa! ¿Quieres que te cuente mi día en el trabaj…?
MONIQUE:
Rubinico, cariño…
RUBÉN: ¡¡¿Quieres
que te cuente lo que he estado haciendo mientras tú me la pegabas con este melenudo?!!
PROFUNDO: Cuida
tu lenguaje, energúmeno encorbatado.
RUBÉN: ¿Quién
es este subnormal? ¡¿Y por qué habla así?!
PROFUNDO: Sólo
soy un ser humano, un ciudadano del mundo…
RUBÉN: ¡¡Me
cago en tu vida!!
Se
abalanza sobre él, pero MONIQUE se pone en medio e impide la pelea.
MONIQUE:
Rubén, que te pierdes.
RUBÉN: ¡Salte
de ahí, que me arreglo yo con este desgraciado!
PROFUNDO: Desgraciado
sí, pues sufro mientras desgajo mis versos.
RUBÉN: ¡Encima
poeta! ¡Como un poema te voy a poner yo la cara!
PROFUNDO: ¿Con
la ira intentas deshacer el camino de la ignorancia?
RUBÉN: ¡Me
cago en tus muertos! ¡Te mato!
MONIQUE: Descalificaciones,
vulgarismos… Mejor hago mutis por el foro…
MONIQUE consigue a duras penas
retener a RUBÉN mientras PROFUNDO sale.
RUBÉN: Tenía
que haberlo sospechado cuando te vi el libro de Benedetti… (se deshace de ella) ¡El cuchillo! ¡Donde está el Ginsu que lo rajo
entero!
MONIQUE: ¡¡Rubén!!
RUBÉN
sale y vuelve enseguida, blandiendo un enorme cuchillo.
MONIQUE: ¡Socorro!
¡Auxilio! ¡Que me mata la poesía!
RUBÉN: ¡Seré
cornudo pero no apaleado! ¡Quita!
MONIQUE: ¡Por
favor! ¡No lo hagas! Por nosotros, por nuestro amor.
RUBÉN: ¿Nuestro amor? Nuestro
amor está tan muerto como él.
Sale RUBÉN
cuchillo en mano. Ella le sigue. Entra el porcino maese.
MAESE DUPORCO:
Bueno, pues ahí van nuestros dos machitos. ¿Qué pasará? ¿Será verdad que el
Ginsu corta huesos sin problemas? Pero cuidado, que los poetas de hoy en día
pueden saber Win Chung o Ching Tai y con una llave te rompen en siete partes. Precisamente. Cuadro
séptimo y último. Monique espera en casa, y todavía no sabe, a estas alturas de
la guerra, quién quiere que vuelva. ¡Ah, Monique! ¡Monique Fornique, alguien va
a perder la cabeza!
Aparece PROFUNDO decapitado,
con su propia cabeza en la mano. Balbucea sus últimas palabras en rima asonante y
fenece. Entra MONIQUE y llora al muerto. Después, con reflejos de cuchillo vuelve
el enloquecido encorbatado.
RUBÉN: Hola,
cariño.
MONIQUE: ¿Qué ha hecho, desgraciado?
RUBÉN: ¿Quieres
que te cuente lo que he hecho? ¡Yo te di todo!
MONIQUE: ¡Y
yo! ¡Deja ese cuchillo, chalado!
RUBÉN: Sopa
de amor, señor… Nos queremooos… Yo sólo quise lo que todo el mundo quiere. Una
casa, una pareja y un trabajo. Y lo tenía todo… ahora ya no tengo nada. Adiós.
¡Te quiero!
RUBÉN se
clava el cuchillo en la cabeza y muere sin perder la sonrisa. MONIQUE estalla
en llantos y huye despavorida. Entra Maese Duporco.
MAESE DUPORCO:
(observa detenidamente el cráneo del cadáver)
Pues sí que atravesaba huesos. Un buen cuchillo, ciertamente. (Se
aclara la voz, tose, escupe y se arranca con el romance final.)
Aquí termina esta historia,
trágica historia de amores
que enfrentó a dos galanes,
dos idiotas, dos señores.
Al final ni uno ni otro
consiguieron los honores
y fueron al cementerio
por un par de ojos saltones.
Ella quedó mejor sola,
¡aburrida de los hombres!Con el satisfyer cerca
y una gata de consorte.
Con el satisfyer cerca
y una gata de consorte.
Escena V
Gime
el telón final. El público aplaude y los actores recogen los aplausos. Después, van apareciendo entre bambalinas.
STEPHAN: ¡Qué
éxito! Había gente en pie y todo.
ÚRSULA: Eso
era que se estaban yendo.
STEPHAN: Pues
yo he sentido la vibración del público. ¡Aquí, en el pecho!
ÚRSULA: ¡Ay,
primaveras!
MÉNDEZ: Un
desastre. Aplausos de cortesía y poco más.
EL GALO: Yo
creo que la gente se lo ha pasado bien.
MÉNDEZ: ¡De
esta nos vamos a la ruina!
ÚRSULA: Que
no, que ya verás cómo mañana sale mejor. ¿Verdad, Galito?
EL GALO: Mañana
la clavamos, ¡por estas!
MÉNDEZ:
Cada día el mismo cuento…
ÚRSULA: Si somos una gran compañía. ¿Cómo no íbamos a serlo con este pedazo
de director? ¡El más conocido de España y Portugal!
EL GALO: ¡Y
con una obra que no deja de ser un éxito!
STEPHAN: ¡Viva
Le Guignol Orthopédique!
TODOS: ¡¡Viva!!
ÚRSULA: Ah,
una cosa. Mendecito. ¿Me puedes dar ya lo mío? Es que estoy canina…
MÉNDEZ: ¡Ah,
claro! Viva viva y ahora a cobrar. Pero bien que llegamos tarde y hacemos una
mierda de función…
ÚRSULA: Oye,
que yo estaba aquí como un clavo. Venga, apoquina.
MÉNDEZ: Tomad,
tomad y bebed todos de él. (le da dinero
a ÚRSULA) Bebed de mi sangre hasta que no me quede ni una sola gota.
EL GALO: Yo
me apunto. (coge lo suyo) ¡Te
invito a un copazo, morena!
ÚRSULA: ¡Pero
a dos metros, filibustero!
EL GALO: Si quieres navegar, ya sabes dónde está mi barco.
ÚRSULA: ¡Ni
con una flota te vale! Marchando ¡y sin tocar!
Salen
ÚRSULA y EL GALO. STEPHAN se queda, pensativo.
STEPHAN: Señor
Méndez.
MÉNDEZ: ¿Mmm?
STEPHAN: Que
he estado pensando, y creo que igual lo mío es más el cine.
(A Méndez se le caen los hombros,
derrotado.)
STEPHAN: Es
para probar cosas diferentes.
MÉNDEZ: Sí,
hijo, sí. Lo que tú quieras. Mira, aquí tienes tu dinero. Vete con ellos y sígueles
el ritmo lo que puedas. Lo mismo hasta encuentras la vocación.
STEPHAN: Eso
estaría bien. ¡Esta función hay que celebrarla!
MÉNDEZ: Sí,
claro… Y cierra bien al salir, que todavía nos roban y hacemos el pleno.
Escena última
Queda solitario MÉNDEZ,
abandonado al silencio final. Mascullando entre dientes, recoge algunos
bártulos y deambula de aquí para allá. Pero cuando se topa con los inertes
muñecos, aletea su alma. Sonríe. Los coge suavemente y los abraza. Busca un
sitio y se acurruca entre el desorden. Abrazado a las cabezas ladeadas de los títeres, que
parecen preguntarle en silencio, MÉNDEZ se va relajando, acomodando, cerrando los ojos…
MÉNDEZ: En
fin, mañana será otro día. O como decía el viejo Zarandini, «mañana será el
mismo día». El mismo día… El mismo día…
*Monique Fornique fue estrenada el 25 de junio de 2010 en el Centro Cultural de La Elipa (Madrid) por la compañía «Le guignol orthopédique». Bajo la dirección de Andrea Waitzman y con la interpretación de Fran J. Hueso, Oscar Morales, Iñaki Oscoz y Belén Pizarro.