miércoles, 30 de diciembre de 2020

PRIMERA LUNA LLENA DEL NIÑO LOBO

      

 

 


 

 

Primera luna llena del niño lobo

Farsa infantil para títeres licántropos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Iñaki Oscoz


 

 

 

 

DRAMATIS PERSONÆ

 

ARGÁN, el niño lobo

Su MADRE

CLARA, la niña flequillante

SAPOLANDRO, un batracio apresurado

Un MENDIGO

Un CAZADOR

 


@gkumar2175


 

 

 

CUADRO PRIMERO

 

Una mujer canturrea mientras repasa las labores domésticas. Repentemente, una voz infantil se hace oír desde otra estancia.

ARGÁN: ¡Mamá, mamá!

MADRE: Dime, hijo.

ARGÁN: Que ya me he despertado.

MADRE: Muy bien, hijo, ahora ya puedes levantarte y venir a desayunar.

Más trajines, más canturreo.

ARGÁN: ¡Mamá, mamá!

MADRE: Dime, hijo.

ARGÁN: ¿Por la noche crecen las barbas?

MADRE: Sí, hijo, y también los bigotes.

Entra correteante ARGÁN, niño de pelo despeinado y alma risueña.

ARGÁN: ¡Ya decía yo! Pues mira qué pelo me ha salido aquí al lado de la nariz. ¡Vaya con la nochecita, qué regalo más gordo y más negro me ha traído! Habrá que llamar a un barbero, o igual a dos, ¡es un pelo muy peludo!

MADRE: No digas tonterías. Deberías estar orgulloso.

ARGÁN: Pero mamá, ya sabes que yo no quiero ser un lobo

MADRE: No empieces. Tu padre es un hombre lobo; antes, tu abuelo, Don Humberto López, fue un hombre lobo; antes de antes, tu bisabuelo, el señor Don Efresio de López y López fue un gran hombre lobo; y antes de antes de antes, tu tatarabuelo, el insigne señor Don Demetrio de López y Relópez, fue uno de los hombres lobo más conocidos

ARGÁN: Sí, ya, y seguro que mi tataratataratataratataratatarabuelo también fue un hombre lobo. Pero a mí es que no me gusta

MADRE: Te guste o no, serás un hombre lobo.

ARGÁN: ¡Pero yo lo que quiero es ser pastelero!

MADRE: Pastelero es una profesión sin futuro, ya te lo he dicho mil veces. Eso no da dinero.

ARGÁN: ¡A mí me da igual el dinero! Yo lo que quiero es hacer ricas bombas rellenas de nata, galletas de coco al horno y enormes, gigantes pasteles de chocolate con leche.

MADRE: Déjate de pasteles y de galletas. Tú serás hombre lobo y punto. Y ahora, a desayunar. Hoy tienes que hacer algo muy importante.

Argán, poco convencido, le sigue a tomar el desayuno.

 

 

 

CUADRO SEGUNDO

 

Argán avanza saltarín por un camino. Habla al público.

 

ARGÁN: Holaaaaa. Muy buenas. Yo soy Argán. Encantado de saludarles. Argán, el futuro pastelero. ¿Os gustan los pasteles? ¿Y de qué tipo os gustan, si no es mucho preguntar? Sí, buena idea. Magdalenas. Galletas de chocolate. Todo muy bueno, sí. En cuanto aprenda a hacerlas, os invito. A todos. A los padres también, señor, no se apure.

¡Pues vaya día que llevo hoy! Primero, menuda gracia, me levanto con este pedazo de pelo en la cara. ¡Es enorme! Como siga creciendo, esto en vez de ser una cara con un pelo, va a ser un pelo con cara. ¡La repanocha!

       Y por si fuera poco, ahora mamá me manda a mí a la casa del guarda. ¡Pero si todos los meses va papá! Eso sí, lo que hay que traer me lo sé de memoria. «De la casa del guarda, dos ramitas de estragón y siete granos de mostaza». Pues nada, allá que voy. Y por si me pierdo un poco, llevo un mapa. Que cruzar el bosque se supone que es fácil, pero también es fácil que me pierda, porque tengo muy mala orientación, eso del norte y del sur, del este y el oeste, muchas veces no me entero. ¡A mí que me hablen de mangas pasteleras o de coco rallado! ¡Verán si me entero o no me entero! Bueno adiós, que tengo que seguir. Si no, se me va a hacer de noche. ¡Hasta la vista!

 

 

 

CUADRO TERCERO

 

Por entre la tarde verde, camina risueña una niña guapita y flequillante guiada por su blanco bastón. Encuentra su lugar predilecto, se sienta, huele el verde y la tarde. Sonríe. Entra Argán. Ella nota su presencia y se gira.

CLARA: Perrito perrito guapo.

ARGÁN: ¡Qué manía! Que no soy ningún lobo.

CLARA: Uy, lo siento. Pensé que eras un perrito.

La mirada perdida delata su ceguera, que Argán comprueba con la mano.

ARGÁN: Pues no soy ningún perrito. Soy Argán, y un día seré un gran pastelero.

CLARA: Oh, ¡me encantan los pasteles!

ARGÁN: ¿Te comerías por ejemplo un esponjoso bizcocho de chocolate blanco?

CLARA: ¡Sí!

Argán se irá desplazando a diferentes lugares, a donde llega ella rápida y fantasmalmente, para sorpresa del futuro pastelero.

ARGÁN: ¿O unas ricas ensaimadas rellenas de cabello de ángel?

CLARA: ¡Claro que sí!

ARGÁN: ¿Y unas crujientes rosquillas espolvoreadas con bien de azúcar y canela?

CLARA: Es que me encantan los pasteles.

ARGÁN: ¡Pero bueno! ¿Cómo sabes dónde estoy? Si no

CLARA: No podré ver, pero puedo oír. Y de escuchar siempre tan fuerte, casi casi puedo ver.

ARGÁN: ¡Ver oyendo, qué cosas!

CLARA: ¿Tú oyes el canto de aquel pájaro en la última rama de ese abedul?

ARGÁN: ¡Aquí hay muchos árboles! No oigo nada.

CLARA: ¿O ese grillo que afina delicadamente las cuerdas de su nueva guitarra?

ARGÁN: Nada de nada.

CLARA: Pues todo eso que te pierdes.

ARGÁN: Y ¿a mí cómo me ves, digo, me oyes?

CLARA: (se le acerca y simula escucharle de cerca) Eres guapo. Aventurero. Y bastante divertido.

ARGÁN: ¡Si todavía no he contado ninguno de mis chistes!

CLARA: (le oye la cara otra vez) Y en poco tiempo vas a tener una buena barba.

ARGÁN: ¡El pelo! ¿Tan enorme está que hasta puede oírlo?

CLARA: Y sobre todo, serás un gran pastelero.

ARGÁN: ¡Eso seguro! Pues sí que oyes bastante bien las caras Por cierto, ¿sabes si voy bien para la casa del guarda? Está al otro lado del bosque, pero es que yo con los mapas no me entero.

CLARA: ¿Ves aquel camino que sube por la colina? Nornoroeste.

ARGÁN: Colina ¡Sí, lo veo!

CLARA: Pues ese no es. ¿Y ves el sendero que se abre serpenteante entre aquellos pinos?

ARGÁN: Emm sí, lo veo.

CLARA: Pues ese tampoco es. ¿Y aquel caminito que vadea el riachuelo sobre un pequeño puente?

ARGÁN:  Sí, lo veo, pero seguro que ese tampoco

CLARA:  No. Ese sí.

ARGÁN: El del puente, perfecto. Muchas gracias. ¡Me voy, que se me hace tarde!

CLARA: Una cosa, Argán

ARGÁN: Lo que usted mande.

CLARA: Me llamo Clara.

ARGÁN: Encantado de conocerle, gentil damisela. Pero ahora he de partir. Me voy pero volveré… cuando oiga usted que, a lo lejos, se acerca un futuro pastelero ¡ahí llega Argán! ¡Adiós! ¡Adiós!

CLARA:  (ríe otra vez) ¡Adiós!

 

 

 

CUADRO CUARTO

 

En su caminata por el bosque, ARGÁN se topa con un orondo batracio, SAPOLANDRO, que camina elegante pertrechado con abrigo largo y maleta de viaje.

SAPOLANDRO: ¡Croa! ¡Llego tarde, seguro que ya llego tarde!

ARGÁN: ¿A dónde va usted?

SAPOLANDRO: A la estación.

ARGÁN: ¿A la estación? Puede ser una estación de metro, de autobús, incluso de trolebús. Puede ser de bicicleta, de triciclo, de tren-bala ¿Tal vez de helicóptero? ¿De submarino?

SAPOLANDRO: ¡Me da igual! La que esté más cerca.

ARGÁN: Ah, haberlo dicho antes. La estación que está más cerca es la primavera, que llega la semana que viene.

SAPOLANDRO: ¡Muy gracioso! Lo que necesito es marcharme de aquí pero ya.

ARGÁN: Pues yo también tengo mucha prisa. ¡Taxi!

A su propia llamada, Argán se sube a la espalda del batracio, que intenta zafarse.

ARGÁN: Señor taxista, ¡a la casa del guarda, por favor!

SAPOLANDRO: ¡Pero qué dice! ¡Que se baje de ahí!

ARGÁN: Y rapidito. ¡Siga a ese puercoespín!

SAPOLANDRO: ¡Que se baje ahora mismo! (los intentos de zafamiento se recrudecen, tornándose el sapo en sapo mecánico)

ARGÁN: ¡¡Yiiiihaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! ¡Wellcome to the rodeo!

SAPOLANDRO: ¡¡Que se baje!! (consigue tirarlo)

ARGÁN: Vale, valeeeee. Entonces, ¿no sabe si voy bien por aquí a la casa del guarda?

SAPOLANDRO: Solo sé que por donde vengo, se va a una charca. Pero no se la recomiendo.

ARGÁN: ¿Por qué?

SAPOLANDRO: Los habitantes de la Charca Larga roncan.  Roncan tooooooooooda la noche. ¡Croa! Empieza uno, por ejemplo un pez gordo que duerme en la superficie. Ronca que te ronca. Hasta ahí, pase. Pero luego, por arte de birlibirloque, se le van uniendo otros roncadores, como esas ranas jóvenes ¡qué ruidosas! Y de remate, las libélulas haciendo así como un coro agudo.

ARGÁN: ¡Qué guay suena!

SAPOLANDRO: ¡Pero qué dice! ¡Si parece una orquesta!

ARGÁN: Por eso mismo. Esta noche, damas y caballeros, para todos ustedeeeeeeeees gran concierto de la Orquesta Roncadora de la Charca Larga.

Obediente a su director, la orquesta acomete la 1ª Sinfonía Inconclusa para Ronquidos Molestantes, hasta que el pobre sapo puede soportarlo.

SAPOLANDRO: ¡Silencio! ¡¡Silencio!! Así, ¡así toda la noche!

ARGÁN: ¿Entonces no duerme usted por la noche?

SAPOLANDRO: Ni una letra.

ARGÁN: Pues le haré una pregunta nocturna. ¿Sabe usted si de noche crecen las barbas?

SAPOLANDRO: ¡Pero qué dice!

ARGÁN: Porque mire el pelo que me ha salido esta noche. No es un pelo cualquiera 

SAPOLANDRO retrocede de un salto temeroso.

ARGÁN: ¿Qué pasa, que le han salido mechas? ¿Que se ha rizado?

SAPOLANDRO: No, no pasa nada El pelo el pelo es un buen pelo. 

ARGÁN: Pero ¿ha crecido?

SAPOLANDRO: ¡Sí! No ¡no sé! ¡Me tengo que ir urgentemente!

ARGÁN: Pero si no sabe ni donde está la estación ¡Oiga! Nada, que le ha entrado la prisa. Pues hala, yo sigo que al final se me hace de noche. Y si la charca estaba por ahí, pues será por el otro lado. Digo yo

 

 

 

CUADRO QUINTO

 

ARGÁN avanza por el bosque, más perdido que encontrado. Mira el mapa, anda, desanda, duda, sigue, no avanza, mira el mapa.

ARGÁN: A ver si me aclaro. He salido de casa, recto, recto. Luego he ido a la izquierda. Y luego a la derecha. He bajado. Subido. Me he echado una siesta, me ha picado una hormiga. Me he encontrado con Clara, muy maja ella, he cruzado el puente. Y me he encontrado con el sapo. ¿Habrá encontrado la estación? ¡Croa! ¡Croa! A ver si me aclaro. He salido recto, recto. He ido a la izquierda, luego a la derecha. He bajado, he subido, me he echado una siesta. He estado con Clara, he cruzado el puente. Y luego con el sapo. ¡Croa! ¡Croa! Recto, izquierda, derecha, abajo, arriba, siesta, hormiga, Clara, puente, sapo, croa. Rectoizquierdasapoclarasiestarribasapo. ¡Pero bueno! Aquí al final termino echando una siesta con el sapo debajo de un puente. ¡Y sin ver a Clara! Está claro que no me aclaro. Pero según mis cálculos y además porque se está haciendo ya de noche, debería de estar muy cerca de la casa del guarda. ¡Pero yo no veo nada! A ver si por ahí… o por ahí detrás ¡Ah, ahí está! ¡Señor guarda! ¡Señor guarda!

 

 

 

CUADRO SEXTO

 

ARGÁN ha entrado en la casa del guarda. La recorre pero no ve a nadie, salvo un sospechoso bulto oscuro que parece huir entre las sombras.

ARGÁN: ¡Hola! ¿Hola? ¿Está el señor guarda? ¿Hay alguien, aunque no sea el señor guarda? Soy Argán, el futuro pastelero. ¿Hola? Nada. ¿Pero es que nadie guarda la casa del guarda?

El bulto huidizo se le aparece más y más cerca, hasta al fin Argán puede aproximarse.

ARGÁN: ¿Señor guarda? ¿Está echando la siesta?

El bulto se eleva de un salto: de entre las raídas mantas ha emergido un mendigo. Gorro calado hasta la nariz, barba impenetrable y seguramente habitada. Mirada profunda en unos ojos que, por momentos, ojos refulgen.

ARGÁN: Eh ¿el señor guarda?

MENDIGO: Me temo que no, chico.

ARGÁN: Pero ¿no es esta la casa del guarda?

MENDIGO: Esta casa fue abandonada hace mucho tiempo.

ARGÁN: Pues sí que estamos bien. Yo tenía que ver al guarda.

MENDIGO: Tal vez no tenías que ver al guarda.

ARGÁN: ¿A quién entonces?

MENDIGO: Has venido para verte a ti mismo.

ARGÁN: ¡Para verme a mí mismo me quedo en casa y me miro en el espejo!

MENDIGO: Tú tienes, Argán

ARGÁN: ¿Cómo sabe usted mi nombre?

MENDIGO: Emm lo dijiste antes.

ARGÁN: Pues yo creo que no; no, no lo dije antes.

MENDIGO: Tú tienes dentro de ti la fuerza de cien volcanes, la furia de los siete mares. Todo depende de que elijas bien o elijas mal. Todo blanco o todo negro.

ARGÁN: ¡No entiendo ni una palabra! ¿Tiene una botella de vino ahí debajo, verdad?

MENDIGO: Vive tus sueños y serás mar sereno con gotitas de plata

ARGÁN: Pero ¿qué dice este hombre de mares y de gotitas? Yo lo que quiero es ser pastelero. Que se entere todo el mundo de una vez. ¡Pastelero! ¡Pas-te-le-ro! (se gira hacia el mendigo y ve que ha desaparecido) ¿Cómo? Pero ¿dónde se ha metido? Me suelta esas cosas tan raras y encima se marcha sin decir adiós. ¡Otro maleducado! Muy bien, muy bonito. Ahora, ¿qué más? ¿Hay algo más extraño que me pueda pasar hoy, eh? ¿Algo más? ¿Algo más?

Como si le hubiera oído, se levanta algo de viento. ARGÁN se acerca a una ventana.

ARGÁN: Pues nada, si no hay guarda, me vuelvo para casa Vaya, se está haciendo de noche y hay luna llena qué luna tan bonita. Qué grande, qué redonda, es enorme, tan grande, tan blanca, parece que llena todo el cielo tan blanca, tan grande, blanca, grande grande grande

Con vaiveneos de cabeza, ARGÁN se aleja de la ventana y empieza a sufrir espasmódicos movimentos. Temblequeo de cabeza, torcimientos de cuerpo, aleteo descontrolado de brazos. Acompañado de inteligibles grititos, el pobre infante da saltos, rueda su cabeza por el suelo, se apoya sobre un brazo, se retuerce, se estira, salta y se revuelca en un sinfín de movimientos que se van acelerando hasta que tras un gruñido orgasmático cae rendido al suelo. Cuando se levanta de golpe, ágil y preciso, su cara está llena de pelo, los dientes afilados y las orejas de punta.

ARGÁN: ¡Auuuuuu! ¡Qué bien me siento! Como si hubiera dormido diez horas. ¿He dormido tanto rato? (empieza un juego con el público, que le irá contando sobre su transformación) ¿Cómo? ¿Que no he dormido ni un minuto? Pues yo me siento muuuuuuy descansado. Me siento diferente. ¿Cómo? ¿Que mis orejas qué? ¡Ah, socorro! ¡Tienen punta! ¡Un espejo, necesito urgentemente un espejo! ¿Y mucho mucho pelo? ¡Es verdad! ¡Ay, que me he convertido en hombre lobo! Mejor dicho, en niño lobo. ¡Pero si yo no quería! ¡Si yo lo que quiero es ser pastelero! ¡No vale! ¡Auuuu! ¿Y ahora qué hago? ¿Dónde voy yo con estas pintas? ¡Será mejor que me vuelva para casa!

 

 

 

CUADRO SÉPTIMO

 

El niño lobo sale al bosque sobre el que se sigue cerrando la noche. No puede evitar mirar de hito en hito a la inmensa luna. En su ágil caminar, no tarda en alcanzar a un bulto huyente.

ARGÁN: Oiga, ¿usted es el guarda que no es el guarda, verdad?

MENDIGO: Ahora tienes el fuego de la luna en tus ojos.

ARGÁN: Está claro que es el mismo.

MENDIGO: He venido a decirte

ARGÁN: ¿He venido? ¡Pero si te estabas escapando!

MENDIGO: Bueno, eso. Tú has venido para que yo te diga… que ahora estás en peligo.

ARGÁN: ¿En peligro?

MENDIGO: Esta noche muchos hombres han salido a cazar. Una mala noche para los canis lupus.

ARGÁN: ¿Los qué?

MENDIGO: Es lobo en latín, y no me interrumpas tanto, por favor, que me desconcentro.

ARGÁN: Lo siento, usted perdone.

MENDIGO: Así que lleva mucho cuidado con los cazadores esta noche.

ARGÁN: ¡Pero si llevo solo cinco minutos de lobo! ¿Cómo van a cazarme?

MENDIGO: A sus ojos, eres un lobo muy peligroso. Si te ven, Argán, te perseguirán, te dispararán, te cazarán y te llevarán a un zoo o incluso algo peor, ¡te llevarán a la tele!

ARGÁN: ¿Dispararme? ¿Llevarme a la tele? ¡Socorro! ¡Auxilio! Necesito quitarme todo este pelo. ¡Por favor, una maquinilla! ¡Espuma de afeitar! ¡Un barbero! ¡Dos barberos! Ay, necesito volver a ser el de antes o esos cazadores me harán un agujero como a un queso francés. ¡Socorro! Pero si yo soy un pobre niño inocente Yo no he hecho nada (olisqueando los harapos del mendigo) Oiga. ¿Lleva usted un jamón o algo ahí debajo?

MENDIGO: No, por favor

ARGÁN: Solo es una pregunta, es que me está entrando un hambre enorme, un hambre terrible. ¿Será porque no he merendado?

MENDIGO: No me haga daño, solo soy un pobre anciano, señor lobo.

ARGÁN: ¡Qué pesadez!

MENDIGO: Y encima estoy medio cojo, mire (le hace una demostración de su cojera)

ARGÁN: ¡Pues antes bien que corrías! ¡Gggrrrrrrrr! (aparte) Yo creo que me engaña y que no quiere compartir la cena conmigo. Porque ahí debajo lleva algo que huele, y huele muy bien ¿Será un jamón? ¡Pero bueno! ¡Esto es la repanocha! Otra vez se ha ido sin despedirse. ¡Maleducado por dos veces! ¡Como le pille le quito el jamón entero! ¡Oiga! ¿Oiga? ¿Un bocadillo pequeño al menos? ¡Que me muero de hambre!

 

 

 

CUADRO OCTAVO

 

En su caminar hambriento, Argán se encuentra con el huidizo y entrajado batracio, que empieza a temblar al verle.

 

ARGÁN: ¡Hombre! ¡Usted otra vez!

SAPOLANDRO: ¡Socorro! ¡Socorro!

ARGÁN: ¿Le pasa algo?

SAPOLANDRO: Ah, no no, no me pasa nada.

ARGÁN: ¿Todavía buscando la estación?

SAPOLANDRO: No, no  Ya no me voy, me quedo.

ARGÁN: ¡Pues sí que cambia rápido usted de planes! Así que vuelve a la charca.

SAPOLANDRO: No, sí, no yo ya veré lo que hago.

ARGÁN: (aparte) Este, además de maleducado es un poco tontainas. (al sapo) Y si no se vuelve a la charca, ¿adónde va a ir?

SAPOLANDRO: Por ahí… por ahí…

ARGÁN: (aparte) Tontainas, pero tontainas perdido. (al sapo) Por cierto, ¿no conocerá usted un restaurante por aquí cerca? Es que me ha entrado un hambre así de repente

SAPOLANDRO: ¿Un un restaurante?

ARGÁN: Sí, un restaurante restaurador. Es que tengo un hambre que parecen dos.

SAPOLANDRO: Yo siempre ceno en casa.

ARGÁN: Oiga ¿lleva usted también un jamón en el bolsillo del traje?

SAPOLANDRO: Solo llevo una almendra rellena. Se la doy, se la regalo de buena gana.

ARGÁN: No me vale, una almendra no me quita el hambre ni tres segundos. Saque el jamón, no sea tacaño.

SAPOLANDRO: Le juro que no

ARGÁN: ¡Que lo saque!

 

En un arrebato, Argán se lanza sobre el sapo. Forcejean hasta que al final el niño lobo le muerde. El batracio grita de miedo y dolor. Se revuelven, la mandíbula sin soltar su presa, hasta que en su pelea desaparecen. Al poco aparece Argán relamiéndose.

 

ARGÁN: Ummm. Estaba muy rico el jamón, en su punto, ni muy seco ni demasiado tierno. Pero sigo teniendo hambre, mucha hambre. Ahora me comería felizmente cuatro cruasanes, un bizcocho de plátano y tres palmeras de chocolate. ¡Qué hambre! ¡Qué hambre más grande tengo! (se oyen ladridos lejanos) ¡Perros! ¡Los cazadores! ¡Y lo mejor es que no tengo ni idea de cómo volver a casa!

 

 

 

CUADRO NOVENO

 

Bastón en mano y bajo la noche que cae, camina despacito Clara. Argán, animal insaciable, sale a su encuentro. En un principio, su instinto le lanza a por la carne fresca.

 

CLARA: Perrito ¡Argán! ¡Has vuelto!

ARGÁN: ¡Clara! ¿A que no sabes qué me ha pasado?

CLARA: Qué.

ARGÁN: ¡Me he convertido en lobo!

CLARA: Qué cosas tienes, Argán.

ARGÁN: ¡Que sí! Mira, digo toca, toca.

CLARA: Es verdad, pues yo creo que estás más guapo.

ARGÁN: Más guapo no sé, pero más hambriento

CLARA: A mí no me mires, que tengo poca carne.

ARGÁN: Si no es que quiera, pero como soy un lobo

CLARA: ¡Pues aquí nanay! O si no (le blande su bastón)

ARGÁN: Pero eso no es lo peor. ¡Además me persiguen los cazadores!

CLARA: ¡Pero bueno! ¡Si eres un niño!

ARGÁN: Eso digo yo, pero en los lobos parece que la edad no importa, si te ven, te disparan, te cazan y te llevan a la tele.

CLARA: ¡A la tele! ¡Horror! Espera oigo los perros.

ARGÁN: ¿Dónde? ¡Yo no oigo nada!

CLARA: No tardarán mucho. En dos minutos y veintitrés segundos estarán aquí. Vamos a escondernos.

ARGÁN: ¡Ay qué miedo! ¡Que yo no quiero ir a la tele!

CLARA: ¡Por aquí! ¡Deprisa!

 

 

 

CUADRO DÉCIMO

 

Con amenazante caminar, entra el CAZADOR. Tiene bigote, gorro y una enorme escopeta. Mira despacio, huele, rastrea.

CAZADOR: Aquí huele a lobo. Llevo muchos años cazando y sé como huelen. He olido a muchos lobos ¡y a todos les disparé! Pagan bien por un lobo muerto Sé que no anda muy lejos. (sigue buscando pero no encuentra nada) ¡Ya me estoy cansando! ¡Sal de ahí, lobo maloliente! Mi escopeta quiere saludarte. Y vosotros, ¿no habréis visto a un lobo por aquí? ¡Pero aquí huele a lobo! ¿Seguro que no? Pues bien que me vendría el dinerito. Ya tengo ganas de comprarme otro todoterreno, y una casa más grande. ¡Que salgas, lobo! ¡Da la cara! Pues como no me ayudáis a buscarlo, lo buscaré yo solo.

Sigue rastreando la zona hasta que sale. Después, con gran cautela, entra Clara bastoneando y detrás Argán.

ARGÁN: ¿Has visto qué escopeta? ¿Has visto qué escopeta?

CLARA: Calla, no hagas tanto ruido. Tengo un plan.

ARGÁN: Pero ¿has visto la escopeta?

CLARA: ¡Qué pesado, pero no ves que no veo!

ARGÁN: Una escopeta enorme

CLARA: Calla, petardo. Mira, esto es lo que vamos a hacer.

Se acerca a él y le susurra el plan al oído.

ARGÁN: Sí, bueno, pero la escopeta

CLARA: Él tendrá escopeta, pero yo tengo ¡esto! (alza el bastón como si fuera una espada sagrada o una lanza milenaria nipona)

ARGÁN: ¡Auuuuu!

CLARA: Y ahora ¡a sus puestos!

 

 

 

CUADRO ÚLTIMO

 

Entra un enfurecido cazador.

CAZADOR: ¡Nada, que no le encuentro! ¿Ha venido el lobo por aquí? No me creo nada. Porque aquí huele a lobo. Cerca. Muuuy cerca. Veamos si por aquí… o por aquí…

ARGÁN: (desde su escondite) ¡Auuuuuuu!

El cazador se reincorpora de un respingo y, sin que vea nada, aparece una fantasmal y rapidísima Clara que le sacude un buen cachiporrazo y desaparece.

CAZADOR: ¡Ay! ¿Pero qué pasa? ¿Ha caído algo del árbol? ¡Qué golpe! Menos mal que tengo la cabeza dura.

Vuelve a la búsqueda, vuelve el aullido de Argán, el respingo y el consabido cachiporrazo. El cazador vuelve a jurar pero no encuentra explicación a lo que está pasando. Reinicia el proceso y, cuando recibe el tercer cachiporrazo, se gira a tiempo para ver a una inocente niña.

CAZADOR: Oye, niña. ¿No habrás visto a un lobo que me está zurrando la badana?

CLARA: No, señor. Yo, ver…

CAZADOR: Ah, claro. Perdone, perdone usted. Es que estaba yo aquí cazando y

ARGÁN: ¡Auuuuuu!

El cazador se gira para mirar. Clara le sacude un gran cachiporrazo y enseguida disimula. El dolorido cazador se acerca y la observa, incrédulo.

CAZADOR:  Oye, niña. ¿Tú seguro que no ves nada?

CLARA: Nada de nada, señor. Ni siquiera su bigote.

CAZADOR: ¡¿Pero?!

ARGÁN: ¡Auuuuuu!

Al cachiporrazo correspondiente, le sigue un incontrolable chaparrón sobre su cabeza. Tantos como sean necesarios hasta que cae al suelo. Clara se alza victoriosa sobre él. Es cuando aparece un envalentonado Argán.

ARGÁN: ¡Eso! ¡Ahí tienes tu merecido! ¿A quién ibas a disparar? ¡Que a mí la tele no me gusta pero nada! Muchas gracias, Clara, ¡menuda eres dando bastonazos!

CLARA: Aficiones de tiempo libre Uy, se ha hecho muy tarde. ¿Me acompaña a casa, caballero?

ARGÁN: Como usted guste, gentil damisela. Vamos

CLARA: No, es por ahí.

ARGÁN: Ah. Sí, claro, claro…

Salen y suena la música final. Aparece Argán vestido de pastelero, feliz y danzante. Coloca un reluciente cartel de Pastelería. También entra Clara. Los dos cantan y bailan tan contentos hasta que cae el

 

TELÓN

 

 

*Primera luna del niño lobo fue estrenada por la compañía «Le guignol orthopédique» el 1 de diciembre de 2012 en el Teatro Lagrada de Madrid. Con dirección e interpretación de Andrea Waitzman e Iñaki Oscoz.

 

 

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